¿Eres un Fanático o un Aficionado?

En memoria de Renée Prince (1957-2021)

Durante la transmisión de un juego, creo que por TV, el locutor que narraba el evento, al referirse a la forma en que se comportaba el público que protestaba por una decisión arbitral, dijo algo así como: “… Los fanáticos conscientes no lanzan objetos al terreno.” Al día siguiente este era el tema de la conversación “jocosa” en la universidad, dado que veníamos acostumbrados a que los fanáticos eran seres “irracionales”, a quienes no le podíamos pedir que fueran conscientes del daño que hacían con sus actos. El fanatismo se consideraba un comportamiento político y no deportivo.

Si el Football es el deporte más popular del mundo, Manolo «el del bombo» bien pudo ser el aficionado más conocido del planeta.

El concepto de fanático lo teníamos “cuadrado” por dos hechos históricos: primero, John Wilkes Booth, un “fanático” del bando sureño en la guerra de Secesión norteamericana, famoso por asesinar al presidente de los Estados Unidos en 1865[1], y segundo, el archiduque de Austria, también asesinado en 1914 en Sarajevo por un “fanático” bosnio, Gavrilo Princip, uno de los antecedentes de la Primera Guerra Mundial.[2] Son nada más y nada menos que dos magnicidios llevados a cabo por personas adeptas a causas políticas y sin capacidad de reflexión ni con señales de arrepentimiento luego de sus actos. Booth murió pocos días después de asesinar a Lincoln, en un enfrentamiento en que se pretendía su captura. Princip fue detenido y juzgado, y por haber sido menor de edad cuando cometió el atentado, no fue condenado a muerte pero falleció en prisión[3].

«Chivita» Lezama pasó del Cervecería en el estadio San Agustín a los Leones en el Estadio Universitario. Hoy, con 103 años de edad, espera el comienzo del próximo torneo.

La primera alusión deportiva al término fanático la encontré revisando la bibliografía del Baseball: “A finales de la década de 1880, Chris Von der Ahe, de origen alemán y propietario de los St. Louis Browns de la American Asociación, admiraba abiertamente a un espectador que nunca se perdía un partido. Ese tipo «Es un fan-á-tico habitual», dijo, enfatizando la primera sílaba. El periodista deportivo Sam Crane lo escuchó como una abreviatura de «fanático» a «fan».[4]” Y no es que no la hubiéramos escuchado antes en ese sano contexto, comparado con el político, sino que era más visto hacia los artistas y sus clubes de seguidores o clubes de “fans”, pero no de fanáticos. Es decir, era común escuchar: el club de fans de tal o cual artista, pero en el deporte, en español se hablaba de aficionados.

Siempre entendí el concepto de «fanático» como equivalente al de un enfermo mental, capaz de cometer crímenes por su «causa», sin importarle las consecuencias.

Los clubes de fans de artistas se entendían como clubes de admiradores, asisten a las presentaciones, coleccionan sus productos (publicaciones, artículos, grabaciones, vídeos, afiches, etc.). Pero también se “fanatizan” obsesivamente, dos ejemplos muy desagradables: 1) Yolanda Saldívar era presidenta del club de fans de Selena Quintanilla (cantante mexicana) cuando la asesinó en 1995[5] y 2) Mark David Chapman, se hizo pasar dos veces el mismo año por “fan” o seguidor de John Lenon antes de asesinarlo en 1980[6]. Nada tranquilizador ser famoso y rodearse de una multitud de fanáticos, seguidores, aficionados o fans, tanto a favor o como en contra de uno.

El futuro asesino del cantante fue capaz de pedirle un autógrafo al cantante mientras le hacía seguimiento.

Al revisar el diccionario confrontamos ambos términos:

fanático, a

(Del lat. fanaticus, exaltado, frenético.)

1adj./ s. SOCIOLOGÍA Que defiende con fanatismo,  pasión o tenacidad excesiva una creencia, idea o una opinión 

los fanáticos religiosos me asustan. exaltado

2. Que siente gran entusiasmo o afición por una cosa 

siempre ha sido un fanático de las motos. aficionadoentusiasta

Gran Diccionario de la Lengua Española © 2016 Larousse 
Editorial, S.L.

aficionado, a

1adj. Que tiene inclinación por algo 

es muy aficionado a la música clásica. seguidor

2adj./ s. Que realiza una actividad por gusto 

participó en el concurso como pintor aficionado. amateur – profesional

Gran Diccionario de la Lengua Española © 2016 Larousse 
Editorial, S.L.

El manejo de la terminología pudiera hacernos pensar que hay intereses para que las personas “fanáticas” sean grandes consumidores de los productos que venda el causante de su motivación, y por ello usan y fomentan ese término para referirse a ellas. Es decir: “El negocio es tener fans o fanáticos”. Tener aficionados a lo mejor no vende tanto.

Entonces, lo que se ha visto con el tiempo es una “suavización” del término “fanático”, más endulzado con el anglicismo “fan” y un desuso y desprestigio del término “aficionado”. Solo de mencionarlos se percibe la acción o actividad del “fan”, el cual buscará manifestar su presencia junto a su(s) ídolo(s), siguiéndolo(s), imitandolo(s), vistiéndose como ellos, usando las marcas que promocionan y, para colmo, no admiten un reparo o crítica por ligera que fuere sobre el objeto de su admiración. Por el contrario, el “aficionado” se siente como entre bostezos: “Sí, a mí sí me gusta”. No son capaces de hacer cola por asistir al juego o presentación y tampoco pagará cualquier precio que le pidan por una entrada al evento.

Vestirse como «Jordan» (jugador estrella de los Bulls de Chicago), aunque parezca un esperpento, era lo máximo para muchos adolescentes.

Y dado que el deporte profesional y el arte se han potenciado en estos tiempos, los empresarios deportivos, y también los artísticos, prefieren recomponer las tribunas de seguidores, llenándolas de personas “activas”, que contagien a otros su entusiasmo y que al final puedan sacar la billetera y adquirir todos aquellos productos que representen un porcentaje de ganancia para la marca.

¿Es esto bueno para el espectáculo o lo degrada? Siendo el deporte (y el arte) actividades globalizadas, existe un “motor” inflacionario en esta espiral del fanatismo o afición. Si un ídolo popular es capaz de llenar los estadios (o escenarios), debe ser “justamente” remunerado obteniendo una parte de las ganancias que genera, y de allí surge este cuestionamiento hasta hace poco resaltado, aunque no lo he visto tanto recientemente, de que los médicos y enfermeras ganan poco y son la línea de batalla contra la pandemia de COVID-19, y los deportistas que realmente poco hacen por la sociedad, aparte de apoyar obras sociales (algunos pocos), reciben sumas de dinero que difícilmente podrán gastar en lo que les queda de vida. Pero el problema no es el deportista (o artista) que gana mucho, sino el empresario que sólo “gerencia” el recurso “ídolo” y lo pone a rendir hasta reventar las arcas de la empresa promotora. Así que, cuando el deportista gana 100, ¿Cuánto gana el empresario? Claro, mejor es ser empresario del Real Madrid que del Huelva, o de los Yankees que de los Blue Jays. Es probable que los de Huelva y Toronto sean los que vemos y pensemos que ese trabajo es duro y no es compensado tanto esfuerzo.

Vale la pena preguntarse, ¿parará esta espiral inflacionaria de salarios artísticos y deportivos, y se remunerará en proporción a su importancia el trabajo social? Ni siquiera hoy se ven indicios de un cambio.

¿Cuáles son los niveles de afición o fanatismo que vemos en nuestra sociedad?

En mi experiencia personal, me sorprendí cuando encontré compañeros de equipo del Softball que no seguían ningún equipo del Baseball profesional, no conocían ningún jugador famoso, nunca fueron al estadio a ver un juego y no seguían los campeonatos por televisión. Solo se dedicaban a jugar su deporte favorito y lo hacían bien. Eran más de uno y eran “no Aficionados”. Estos eran deportistas químicamente puros. Estas personas no satisfacen a los empresarios.

Algunos solo quieren jugar. ¿Qué les importa si Aaron Judge batea mejor que Mike Trout?

Siempre vi a mi padre como un aficionado, vivió en Catia por muchos años y naturalmente su corazoncito era del Magallanes. Pero era capaz de criticar a su propio equipo y reconocer cuando sus miembros no hacían las cosas bien. Era aficionado al deporte y fue conmigo al estadio a ver juegos de los “Leones”, muchos más que de los “Navegantes”. Apenas tomábamos un refresco o una cerveza durante el juego, nunca llevamos una franela o camisa de los equipos, pues era otra época y esto no se acostumbraba, y preferíamos ir a juegos “tranquilos” y no a un play off o final a casa llena y de ánimos exaltados. Las finales las veíamos por TV. Al empresario no le gusta que gente así ocupe los puestos en el estadio.

Aprendí con mi papá que se va al estadio a ver Baseball. Si mi equipo favorito gana o pierde da igual, lo importante es disfrutar el juego.

El fanático. Ya varias veces he mencionado que en Venezuela se sigue el Baseball de Octubre a enero (cuatro meses). Coincide con los bonos salariales y otros regalos o premios de fin de año y los empresarios son felices así (solo trabajan duro y viajan durante 4 meses). El fanático compra las camisas y gorras del año, se viste para ir al juego, es capaz de comprar la entrada en la reventa (varias veces por encima de su precio), se bebe no menos de cuatro cervezas por juego, come los productos alimenticios (a veces no muy higiénicos) que venden en el estadio y compra cualquier souvenir de moda de su equipo: bolígrafos, tarros de cerveza, toallas, etc. Colecciona álbumes del equipo, afiches, revistas, autógrafos y fotos. Durante el juego grita, hace bulla y vocifera. Pita a los árbitros y políticos que asisten a las tribunas y piropea y silba a las chicas que caminan por los pasillos del estadio: a los empresarios les fascina que esta gente vaya al estadio. Cuando no puede ir al juego hace lo mismo en su casa o en la casa de un amigo, envía tweets a las transmisiones de radio y televisión, y los locutores les enaltecen saludándolos. ¿La economía soportaría más de 4 meses de Baseball? La economía familiar, no lo creo. Como se dice en Marketing (mercadeo): este es el “target” (blanco u objetivo) de los empresarios.

Hasta desde la casa, la inversión en franelas, cervezas, canales privados son ganancias para los empresarios… y a lo mejor el juego es una paliza 14-0.

Y por último, el hooligan o (Barra Brava suramericano). Vale la pena buscar la definición:

m. Hincha británico de comportamiento violento y agresivo. U. t. c. adj.

Diccionario de la R.A.E.

Obviamente, hincha es un sinónimo para aficionado o fan. Mundialmente aplica para todo fan exaltado de cualquier deporte, no solo para los ingleses, y cumple todos los requisitos de “el fanático” en cuanto a vestimenta, productos adquiridos, dormir en el estadio para hacer la cola y otras excentricidades, pero se reconoce por dos elementos adicionales: a) se mueven en grupos, un fanático puede ir solo al evento, a lo sumo con familia o amigos, los hooligans van en manadas (barras, casi pandillas), y b) no aceptan contradicciones de ninguna clase, antes, durante o después de los eventos. Son capaces de agredir a los seguidores contrarios, sean estos tranquilos o exaltados, a los atletas que están en juego o la banca, a los árbitros cuando sentencian en contra del equipo que siguen, a los empleados del local si tratan de mantener la calma, a las autoridades si actúan para restablecer el orden. Al terminar el evento, la cosa no termina allí, salen en manadas, hayan ganado o perdido, a destruir todo lo que encuentren a su paso: plazas, parques, locales, autos, motos. Individualmente no son sino uno más, débil e indefenso, y al ser detenidos por la policía imploran por sus derechos humanos. En grupo son cruzados vikingos invencibles, que más de una vez hacen retroceder a la policía. Al fin y al cabo, esto es lo que siempre concebimos como “fanático irracional”.

Un evento deportivo, a causa de las «barras bravas», suele terminar en pérdidas económicas o de salud para personas que nada tienen que ver con el partido.

Estos cuatro niveles de afición o fanatismo no son más que las cuatro expresiones sociales de la forma de ser espectador de los eventos. Desde el indiferente (el cual ni le va, ni le viene que hayan existido Mickey Mantle, Ayrton Senna o que Messi permanezca en el Barcelona), hasta los delincuentes agavillados en las noches después del juego, destruyendo lo que pueda en el estadio y sus alrededores.

Un ejemplo de lo que hacen los(as) fanáticos(as) en el estadio. Véalo solo una vez, si es que puede terminarlo.

Yo me quedo con ser “aficionado”. No tengo que defender lo indefendible de mi equipo, puedo disfrutar de un evento o una jugada así sea del equipo contrario, y podría seguir viendo y aprendiendo: total, ni soy accionista del equipo que sigo, ni me contrataron para jugar con ellos. Por lo tanto, soy un mal target para los empresarios.

Agradecimiento especial a Natalia Navas por la corrección y estilo en la redacción.


[1] «Asesinato de Abraham Lincoln – Wikipedia, la enciclopedia ….» https://es.wikipedia.org/wiki/Asesinato_de_Abraham_Lincoln.

[2] «Primera Guerra Mundial – Wikipedia, la enciclopedia libre.» https://es.wikipedia.org/wiki/Primera_Guerra_Mundial.

[3] «Gavrilo Princip – Wikipedia, la enciclopedia libre.» https://es.wikipedia.org/wiki/Gavrilo_Princip.

[4] “The Golden Age of Baseball”. P. Adomites; R. Cassidy; B. Herman; D. Schlossberg; S. Wisnia. Publications International Ltd. 2003.

[5] «Yolanda Saldívar – Wikipedia, la enciclopedia libre.» https://es.wikipedia.org/wiki/Yolanda_Sald%C3%ADvar.

[6] «Asesinato de John Lennon – Wikipedia, la enciclopedia libre.» https://es.wikipedia.org/wiki/Asesinato_de_John_Lennon.

Publicado por

Adolfo Navas

Interesado en transmitir todo lo que sabemos sobre el baseball y softball, aprendido de jugar y de mi papá Don Asisclo Navas.

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